En los últimos años, empresas como Dispon han proliferado en el mercado español ofreciendo lo que, a primera vista, parecen ser soluciones sencillas y eficaces para situaciones económicas urgentes: préstamos de pequeña cantidad, sin papeleo, sin preguntas incómodas y con dinero ingresado en cuestión de minutos. Sin embargo, detrás de esta aparente accesibilidad y rapidez, se esconden prácticas que rozan —y a menudo cruzan— los límites de la legalidad y la ética financiera.

Dispon es la marca comercial de la empresa Soluciones Digitales CRX S.L. Opera exclusivamente a través de su plataforma online, permitiendo a cualquier persona —con DNI español y una cuenta bancaria— solicitar microcréditos desde 1 € hasta 400 €, con plazos de devolución de hasta 33 días. Todo se hace de forma automática: no hay revisión manual ni estudio de riesgo tradicional. Si el algoritmo lo aprueba, el dinero llega.

Lo que no siempre se dice tan claramente es cuánto se pagará por ese préstamo. En la práctica, el coste real del préstamo se oculta detrás de comisiones y cargos de gestión que elevan la TAE a niveles de auténtica usura. Existen casos documentados de microcréditos de 200 € cuya devolución final superó los 1.500 €. Esto no es un error ni una excepción: es la base del negocio.

A esto se suma una política de cobro que ha sido calificada de agresiva por muchos usuarios. Una vez vencido el plazo, Dispon inicia una campaña de presión telefónica y por correo electrónico que algunos describen como “acoso”, generando situaciones incómodas y potencialmente ilegales.

Lo preocupante es que este modelo de negocio se sostiene principalmente sobre la vulnerabilidad. Dispon, como otras entidades similares, se dirige a personas que no tienen acceso a crédito convencional: jóvenes sin historial crediticio, desempleados, trabajadores precarios o simplemente ciudadanos que atraviesan una urgencia económica. Es decir, un segmento de la población que no siempre tiene la capacidad (ni el tiempo) para leer la letra pequeña o calcular cuánto acabará pagando realmente.

Pese a las crecientes denuncias, Dispon sigue operando. La clave de su supervivencia está en la dispersión: préstamos pequeños, a miles de clientes, con márgenes de beneficio altísimos y pocas posibilidades de litigios individuales. Muchos afectados prefieren pagar —aunque sea injusto— antes que enfrentarse a un proceso judicial costoso o incierto. Pero eso está empezando a cambiar.